martes, 31 de julio de 2012

LA MUJER Y YO

42
Cuando las diferencias son radicales,
eso quiere decir
que somos diferentes desde la raíz.
Nuestras diferencias formales son,
en realidad, diferencias estructurales.
(Cuando ella le hablaba así a otra mujer
yo temblaba, o la quería matar o la amaba
y las dos cosas eran terribles para mí).
No es, querida, que no me guste
el tono del color de tu vestido
es que yo, jamás, me pondría una cosa así.

No te pondrías nunca una cosa así
pero bien que lo follaste a Pepe.
¿Y eso qué tiene que ver?
Nada, pero ahí se muestra tu confusión,
vestidos baratos no, pero hombres baratos sí.
Yo no te dije que tu vestido era barato,
te dije que era de muy mal gusto.
Yo tengo mal gusto, yo tengo mal gusto
pero bien que te lo follaste a Pepe.
Pero eso ¿qué tiene que ver con tus vestidos?
Nada, sólo que Pepe es mi marido,
y como vio que la otra un poco se sonrojaba
agregó, ¿te parezco muy moderna, no?
No, ¿tú moderna ? No, Pepe hijo de puta.
¿Estás celosa? Si la mujer de Pepe soy yo.
Tú tendrás los papeles en regla
pero yo lo amo y mi amor por él
no hay papel que me lo pueda quitar,
aunque lo mates yo lo seguiré amando,
para mí y para todas mis amigas,
Pepe será tu marido pero es mi hombre.

Y tú ¿qué le dijiste? pregunté, creo que ansioso.

Nada, no le dije nada, pensé
que a mí me había pasado lo mismo
con otro hombre y su mujer.
Nada, no dije nada, la dejé soñando
y me fui a casa a dormir con Pepe.

¿Y a él, tampoco le dijiste nada?

¿Decirle a Pepe? Nada, pero a la noche,
haciendo el amor, sentí que ella
estaba con nosotros y yo, gocé más
pero no dije nada y a Pepe tampoco.

Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

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