Después del esfuerzo
entrego mi último bostezo a la noche
y duermo.
Me permito luego
recorrer con severidad
hasta la hebra rubia
entretenida
en el primer mosquito de la noche
cubro maliciosamente
mi brazo desnudo
con el beso que deja mi madre
–sorprendida por mi presencia–
en un costado de mi cuerpo.
Y despierto
para aplaudir
alguna proeza de mi padre joven
que bebe junto a mí
una copa de vino
y una muchacha desconocida.
Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961
viernes, 19 de marzo de 2010
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