Le pregunté si la vida era nuestra,
¿de quién, querida, era la vida?...
¿De quién este cerebro partido en mil?
¿de quién estos amores truncos, caídos?
La miré, largamente, a los ojos
y, enamorado, volví a la carga:
¿ Tus ojos, por ejemplo, son mis ojos?
¿la abierta luz de tu mirada es mi luz?
Y así le pregunté hasta el fin, hasta la madrugada,
¿A quién pertenecemos, a quién pertenece nuestro amor?
¿quién es el amo, el señor, el patrón de mis versos?
Ella, amable bestia, no contestaba.
Su silencio, la muerte en su silencio,
cerraban las últimas cadenas sobre mí.
Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"
y, enamorado, volví a la carga:
¿ Tus ojos, por ejemplo, son mis ojos?
¿la abierta luz de tu mirada es mi luz?
Y así le pregunté hasta el fin, hasta la madrugada,
¿A quién pertenecemos, a quién pertenece nuestro amor?
¿quién es el amo, el señor, el patrón de mis versos?
Ella, amable bestia, no contestaba.
Su silencio, la muerte en su silencio,
cerraban las últimas cadenas sobre mí.
Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"
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