martes, 16 de diciembre de 2014

TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA O CON LA MUERTE -I-


 El campo siega los corazones jóvenes
 y éstos ya no se parecen a las garzas
 o a los patos volviendo de la laguna
 mojados y despreocupados del frío de la tarde.
 Tú eras libre y pequeña en la provincia
 antes de la ciudad
 solías descorrer las tranqueras
 que detenían las ovejas
 para verlas trotar
 por los callejones de tierra.
 Solías aprovechar tu día
 viendo el crecimiento vertiginoso de los trigos.
 Las manzanas por detrás de la casa.
 La ciudad es melancólica y familiar
 pero en el campo de mi corazón
 ríes y saltas por entre los tabiques
 hasta reventar de alegría.
 Morir en la sangre de mi corazón.
 He caminado y violado en los alrededores de tu piel mi juventud
 deteniendo y deteniendo
 el hilo de tu virginidad.
 He corrido como los caballos de tu infancia
 que te excitaban y temías
 para llegar un poco antes
 en el mismo momento al límite de la noche
 por no haber creído
 en el crecimiento de las flores de tu pueblo.
 Ahora vuelvo mi rostro y las oraciones de mi niñez hacia ti
 para convencerte de la soledad de los hombres.
 Puedo agitar las banderas de las discordias y la cordialidad
 para vencer tus años de padre y madre
 venidos de un país extranjero o de la provincia.
 Hemos estado juntos en la ciudad
 tan cerca de mi oficio como de la maldad
 tan cerca de mi oficio como del amor
 y sin embargo ahora
 adiós querido mío estoy cansada
 te descubro
 me ahogan las habitaciones de tu casa
 debajo de las casas
 y tú no eres el misterio ni el alga ni el junco
 que turba o desborda la soledad.
 Me ahogan tus diálogos con el viento
 y las conversaciones desenfadadas y violentas.

Miguel Oscar Menassa
De "La ciudad se cansa"

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