miércoles, 30 de noviembre de 2011

SATÁN, QUERIDA, QUISE SER

Todo lo he intentado. Transformarme en satán,
vestirme de cura, enamorado, o de mujer.
Ser Tiresias y Edipo al mismo tiempo.
Redoblar mi ceguera hasta el orgasmo.

Andar a tientas, acercarme sin miedo,
al vacío roto de la nada de ser.
Una vez, quise tener un cuerpo. Hablar,
separar para siempre mis cosas de mis gritos.

A veces intentaba el misterio, la burla.
Quise ser Dios y abatía mi cuerpo
con duros ejercicios porque ambicionaba
participar en las más grandes competencias.

Llegamos a estar todos castrados y,
eso, habrá sido maravilloso.

Después quise ser el invierno,
la estepa desolada que recuerda la selva.
Quise ser el lado negativo de las cosas.
Un menos uno permanente.

Un cero cruzado por la muerte.
Una palabra, quise haber sido,
que despedazara la palabra.

En mis intentos he viajado. De país en país,
de hembra en hembra, de palabra en palabra.

Y así fustigado, violentamente, por deseos,
conocí el amor y tuve más hijos que sentidos,
por insignificante, más palabras que manos.
Y me dejaba inundar por fuertes emociones,
desesperadas, porque quería ser la poesía.

Centrar, hacer un gol de media cancha,
eso era, capturar lo no representable,
una mujer,
más allá de los silencios y el ardor.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

martes, 29 de noviembre de 2011

EL CUARTO DE LAS GOLOSINAS

Qué mujer
cruzaría sus piernas frente a mí
para mirarme
sentirse mía
cansarse en mi cansancio.

Quién concluiría su gesto
para amarme
en este pedacito que soy
de sed y de nostalgias.

Porque todos
nos encontramos algún día
y nos miramos
–en las muchachas quietas
en los caminos cortos–

pero luego
es tan difícil dormirse
-sin el humo del cigarrillo amigo
ardiéndonos los ojos-

que ya se han ido todos
y la apretada hendija de mi alma
cada vez más pequeña
cada vez más cerrada.

Quién podría amarme
en este pedacito que soy.

Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961

lunes, 28 de noviembre de 2011

SONORAMENTE

Sonoramente recojo la bandera de la muerte y la clavo en mí.

Palabras como torres, frases acantiladas, trapos sucios de sangre,
volando en mí, dentro de mí, rompiendo los encajes.

Sonora carcajada abierta de la muerte, ruidos como de sedas
partiéndose en el mar.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

miércoles, 23 de noviembre de 2011

CANTO SEGUNDO

Y ahora,
conocerán lo que se dice,
la verdadera historia de dios.
De como, de una delicada agonía,
se salta,
para caer,
en los estruendos de la gloria.
La poesía hecha carne.
¡Viva el Poeta!
Yo vi
con qué desesperación hacía los versos.
Yo vi
como el poeta comía,
mierda para saber,
y de su sexo,
chupaba el pus
los últimos escándalos, para que ella,
viviera un día más.

Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos américa", 1978

martes, 22 de noviembre de 2011

LO DIGO ANTES DE QUE ME LO PREGUNTEN

Lo digo antes de que me lo pregunten.

Estoy impresionado, lo que pasa en el mundo
me sobrepasa.
Hay días que no se escucha
otro ruido que el fragor de las batallas.
La música es el llanto de un niño
pidiendo pan.
Sólo amo la piedra que me protege
de las balas enemigas.
El hombre actual sólo desea
tener un arma
más poderosa que el enemigo.
El hombre actual quiere ser Dios
mas no consigue tanto.

Para imponer el bien utiliza el mal,
todo lo perverso, los asesinatos.

Para imponer el bien olvida la belleza
y con la libertad hace una bandera
para luchar contra la libertad.

Vivo un poco impresionado
y, sin ser pesimista, puedo asegurar
que el hombre ya no puede dormir,
lo persiguen aviones incendiarios,
mapas extravagantes de ciudades
secretamente ocultas en la piedra.

Lo persigue el aliento de un tigre,
debajo de las sábanas, en el aire.

Lo persigue su odio, el odio de las víctimas
y no puede dormir porque en las noches,
el odio de los asesinos lo persigue.

Y nunca está tranquilo
ni cuando come, ni cuando vomita.

A veces está tranquilo con su amada,
atravesando el domingo en sobremesa
y desde la televisión, previo consenso,
le envían un misil súper-inteligente
que sólo mata niños jugando en la vereda
o madres distraídas en el supermercado
o a los pobres ancianos en la silla de ruedas.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

sábado, 19 de noviembre de 2011

HE VIVIDO ESTOS DÍAS

He vivido estos días
apurándolos
como las copas de mi juventud.
Sin detenerme para decir
aquí está el sol
aquí la soledad.
Sin detenerme para llorar
los días verdaderamente terribles.
Sin decir tu sonrisa luminosa
tu dolor amada, tu boca y tu dolor.
Tu canto
desesperada voz.

Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o como desesperar a los ejecutivos", 1966

jueves, 17 de noviembre de 2011

ANTEPASADOS

Antiguos pescadores, viejos espías del dolor
aquellos que nacieron para que yo naciera
aquellos que traían la orden de matar,
eran inocentes.
Buscadores de oro
artesanos de las buenas costumbres
para ellos
vivir
había sido duro aprendizaje.

No tenían, en verdad, la elegancia de los Normandos
y sus mujeres incapaces para las tareas domésticas
habían nacido para amar.
Amar en primavera
los colores azules persistentes y por las noches
cantos de extraños pájaros nocturnos y el dolor.

Hablaban cuando los acontecimientos naturales
quebraban la paz.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

domingo, 13 de noviembre de 2011

INTRODUCCIÓN

1

No me hagáis correr vuestras carreras
ni me hagáis volar en vuestros vuelos
ni me hagáis hacer vuestros trabajos
ni, tampoco, amar vuestros amores.

Yo, hijos míos, con pasión,
os transporté volando,
siempre, a vuestro lado,
desde los confines quietos de la familia
hasta las puertas en libertad del mundo.

Ahora comienza vuestro viaje
y, si os dejo partir sin acompañaros,
es porque yo tengo mi propio viaje.
Debo poner, al camino que construí
con mi propia vida y escribiendo,
mi nombre, mi apellido, mis marcas,
mis señas personales, que son la poesía.

Miguel Oscar Menassa
De "La maestría y yo", 2007

sábado, 12 de noviembre de 2011

10 de septiembre de 1967, Madrid

Y los demonios de la verdad, anunciaron la muerte.

Temo a lo más superfluo.
No tener una casa,
no tener pan,
ausencias.

Temo ser todo por venir,
temo el olvido.

Andá y matá.
Extrañas palabras en el oído del que iba a morir.
Andá y matá.
¿Y de dónde tomaría la fuerza el moribundo?

Mis armas:
estas pequeñas,
amadas palabras,
juntadas al azar.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

viernes, 11 de noviembre de 2011

PREPARANDO LA COMIDA

Hoy estuve en la cocina
preparando la comida
porque mi marido dice
que no lo cuido muy bien.

Mientras freía cebolla
recordé mi juventud
cuando mi cuerpo brillaba
y a él, eso, le bastaba.

Cuando cortaba la carne
sentí un raro escalofrío.
Y vi mi cuerpo desnudo
y él allí mirándome.

Yo sin saber qué decir
bajé la cabeza y dije
la cebolla está frita
y nuestra vida también.

Después al servir el vino
vi todo lleno de sangre
y los soldados morían
de amor, de patria, de honor.

Me senté a su lado
esquiva y temerosa
de que el hombre adivinara
que muerto lo aluciné.

Y después, de sobremesa,
tomándonos un café
previamente envenenado,
le pude decir, te amo.

Miguel Oscar Menassa
De "Carnaval de la tercera edad", 2011

miércoles, 9 de noviembre de 2011

YO PECADOR I

Me seducen los aros y los colgantes coloridos
las piedras coloradas y los rubíes
y las sencillas violetas en el rincón del patio.
De las vidrieras me atrapan los tonos amarillos
el sol contra la puerta cancel
y el color ocre de la galería en Chiclana.

Hierro forjado a mano por suaves forjadores
en el estilo imperial de la muralla china
hacia el oeste se extendía solemne el patio de mi casa
y hacia el misterio de la calle, el precipicio.
Después del precipicio la plazoleta verde
lejana inalcanzable
como la tierra prometida.
A mí
cuando pequeño
me separaba de la calle una escalera
una escalera blanca
con dos barandas verdes de cedro a los costados.

La idea fija era volar
una tarde, verano en Buenos Aires
el patio era un desierto.

Sólo un valiente se animará a cruzarlo.

Me puse las botas me coloqué la máscara antigás
y en cuatro saltos alcancé el rincón del patio
donde crecían las violetas.
La puerta cancel quedó a la vista.
Mientras los enemigos dormían atontados
por el alcohol del mediodía,
me paré en el primer escalón de la escalera.
Abrí mis brazos. Respiré profundamente
dispuesto a todo
y perdí los sentidos
cuando me invadieron por primera vez
los olores lujuriosos de aquel sombrío patio.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

domingo, 6 de noviembre de 2011

MIS LLANTOS

He roto tantas brisas con mi llanto,
he llorado romper hasta el mañana
y rompiendo la mar lloré bravío
y el mundo conquisté con este llanto.

Llanto de amor, llanto de furia, tonto llanto.
Clavado en el dolor ajeno lloré de espanto.
Abierto a mi dolor, vidrios lloraba.
Te amaba tanto, tanto, que hasta de amor lloré.

Y luego las vendimias, el vino turbio,
la lágrima rubí, diamante enamorado,
tu cuerpo como caído pero volando.

Cada llanto me recuerda un amor,
todos los llantos sólo uno, llorando.

Arranco de mis ojos las últimas perlas
y me las como para seguir llorando.

Llorando como un buey, vaca, ternera degollada.

Aljibe desterrado del agua,
lloro estos hierros viejos, óxidos lloro,
lágrimas quejumbrosas rotas por el amor,
como salidas de un bandoneón herido.

Bella lágrima oculta me la guardo,
por si algún día alguien la necesita,
entonces, aunque la ame, lloraré esa lágrima.

Y esa otra lágrima desnuda
que no desea abandonarnos
para ser llorada una vez más.

Amor de lágrimas, llantos de océanos,
cataratas de perlas desaparecidas,
majestuoso río cayéndose en mis ojos.

Lágrimas del alcohol, vinagre, envenenadas,
lágrimas del odio hasta el asesinato,
húmeda mortaja de cal ardiente,
ojos desorbitados por la sorpresa
de verse ardiendo, vivos, en la cal.

Era una lágrima fuerte la que lloraba,
lágrimas de una guerra, una muerte violenta,
lágrimas trágicas del exilio.
Hijo, Padre, Madre, todo el mundo llorando,
Había en ese instante lágrimas a montones.

A veces, para recordar haber sufrido tanto,
llorábamos y llorábamos, mas sin motivos.
Era un llorar abierto, tenía ritmo, música.

Cuando llorábamos por nada,
cada lágrima tenía compasión de sí misma,
al caer lo hacían con delicadeza, con elegancia.
Nunca terminaban de caer
y era hermoso verlas danzar de amor,
cayendo sin caer, suave danza del sexo.

Vinos oscuros, licores aromáticos,
mares embalsamados en los ojos,
maremotos retenidos en la mirada.

Vengo desde el centro mismo del agua,
a llorar un dolor tan grande como el mundo.

Hay cosas que no dejan esperanzas,
son cosas como hielos frente al sol.
Como querer encontrar en un mar lejano,
traído por las olas,
aquel beso, de aquel amor perdido,
donde aún no habíamos aprendido a llorar.

Hoy lloraré las cosas no lloradas.
Una amor, una muerte, aquella embriaguez.
Músicas del dolor, llantos amados,
tiernas agüitas de la infancia,
lago escondido entre los árboles,
donde los enamorados se ahogan de llorar.

Lágrimas como piedras despeñadas,
montaña caída sobre la belleza,
seda perforada por las balas del tiempo,
tapándome los ojos, ya cerrados para dormir.

Una pequeña lágrima atraviesa el porvenir,
arranca un ojo de la noche
y lo aprieta con fuerza contra su corazón
y la noche comienza a llorar,
lágrimas de un continente perdido.
Llanto o mujer.
Laberinto, agua sin retorno,
perdida luz,
hambre sin saciar, abierta.

Lloro este verso ahora
porque termina el canto.
Agua de mí, por mí, para mis cosas.

Ese dolor de mí, del universo en mí.
Llanto llorado, lloro,
por una muerte en mí, que se repite.

Miguel Oscar Menassa
De "Llantos del exilio", 2001

sábado, 5 de noviembre de 2011

Cumplir sesenta y dos años

Y es a los 62 años que me dispongo,
con un talante generoso, a festejar
vivir en un mundo donde nadie sabe,
si debe o si regala, si ama o si desea
si obligado a vivir o interesado
si valiente
o inquieto
o cobarde sin fe.

Al cumplir los 62 años
quiero confesarme adicto
al cruel vivir.

Y vendrán cataclismos y ciclones
inundaciones y guerras por doquier
y yo, sentado, escribiendo mis versos,
haciendo del cataclismo mi guarida,
del ciclón mi aliento y de la pólvora,
mi inseparable compañera,
las alas del adiós.

Miguel Oscar Menassa
De "La maestría y yo", 2007

viernes, 4 de noviembre de 2011

Y ahora para que sepas que yo

Y ahora para que sepas que yo las viví todas,
te hablaré en estos versos de los cuartos,
del verdadero amor que hay en el centro de tu alma:
pesetas con la cara de Franco, bendecidas por Dios.

Ahorrando, ahorrando, quitando todo de circulación,
has conseguido por ahora, no tener nada, casi nada.
Un dinero ahorrado contra todo deja de ser dinero.
Una mujer atada contra su deseo deja de ser mujer.

Por eso que te digo, sencillamente, que no va bien tu vida.
Que tu vida es un pagaré a largo plazo que no podrás pagar.
No ves tu vida, tu mujer, tu dinero se escapan de tus manos.

Un poco más de sexo, te aconsejo, más de amor.
Ya verás cómo tu mujer resucita de golpe.
Ya verás cómo todos mis versos, hablan de ti.

Miguel Oscar Menassa
De "Un argentino en España", 1987

miércoles, 2 de noviembre de 2011

DEJO DE LATIR

Dejo de latir
dejo de ser el pulso
donde antaño vibrara el Universo.

Delicadamente me entrego
a las argucias del amor
abandono el pasado
mis versos anteriores.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

martes, 1 de noviembre de 2011

La vida del poeta

XIII

Escribir,
hasta romperse las manos escribiendo.

Del hombre,
sólo amo su futuro, sus explosiones.

Me debo a mí
y, me debo, a todo el universo.

Me veo cantando las vidalas
hasta quedar si voz.
Me veo mirando las estrellas
hasta que mis ojos queden sin luz.

Abro la boca
y miro cómo el mundo se parte en mil pedazos.

Áspera roca,
estoy empecinado en creer,
que todo cambiará.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991